La pelle in Autunno perde elasticità, aiutiamola!

La pelle in Autunno perde elasticità, aiutiamola!

Ya ha llegado el otoño, dejemos de lado los colores y la rutina de belleza que nos acompañó este verano y demos la bienvenida a todos los nuevos cuidados que requiere nuestra piel esta temporada.

Durante el otoño, la piel del rostro y del cuerpo, además de verse afectada por los efectos del sol de verano, se ve sometida al estrés del cambio climático, el paso del calor al frío húmedo (típico de nuestro clima).

Es fundamental comenzar el día con la Rutina de Belleza adecuada, con la aplicación de productos hidratantes específicos tras una limpieza profunda del rostro.

¡Pero cuidado! ¡La protección de la piel no solo está ligada al cuidado externo!
El cuidado interno también es importante para nuestra piel. A través de un control de lo que comemos y de nuestros hábitos en la mesa.

Comer bien es fundamental para nuestra salud, ¡pero también para estar más guapas! Para tener una piel resplandeciente y un cabello saludable es importante alimentarse de manera saludable, especialmente consumiendo más frutas y verduras que, gracias a su carga de vitaminas, son capaces de iluminar la tez, hacer que la piel sea más elástica y preservar la belleza de la piel.

¿Por qué la piel es elástica?
¡El mérito es de algunas proteínas!

El colágeno y la elastina son proteínas producidas por las células de la dermis que dan elasticidad y suavidad a la piel. Cuanto más produzca la piel, más elástica será, manteniendo su forma y tamaño original tanto en el rostro como en el cuerpo y contrastando las arrugas y estrías.

A temprana edad nuestro cuerpo lo produce en abundancia, es por ello que cuando somos jóvenes los contornos del rostro están más definidos, así como el cuerpo no muestra laxitud a pesar de no realizar actividad física. Con el tiempo, la producción de colágeno y elastina disminuye lentamente, lo que provoca una pérdida de elasticidad de la piel. Sin embargo, la producción de colágeno y elastina se puede estimular desde el exterior con la línea Syro y Cream of the Stem Cells y desde el interior con una dieta rica en antioxidantes, ácidos grasos omega 3 y sales.

¿Cómo funciona la regeneración celular de la piel?

Radicales libres y células madre. La piel es el primer "escudo" protector y está expuesta a muchos factores diferentes: la radiación ultravioleta, la contaminación, el frío, el calor, el estrés, los radicales libres y, por supuesto, también la dieta. Las células del cuerpo humano durante la vida se regeneran y reemplazan continuamente las células muertas.

La piel se renueva con frecuencia: todos los meses cuando se tiene entre 20 y 25 años y el doble a partir de los 60. Los radicales libres ralentizan la renovación fisiológica y socavan la integridad del colágeno, es decir, la proteína que mantiene el tono y la vitalidad de la piel. elasticidad.

La regeneración celular se produce gracias a las células madre que se diferencian y también pueden transformarse en células distintas al tejido de origen. Las células madre son células que aún no se han especializado y tienen una alta capacidad de reproducción.

Cualquier carencia ligada a un desequilibrio alimentario repercute directamente en la calidad de la piel y en la acción destructiva de los radicales libres. Para combatirlos, las vitaminas y los minerales juegan un papel fundamental: el cuerpo logra deshacerse de los radicales libres gracias a la acción de enzimas particulares que pueden potenciarse con la ayuda de los principios activos presentes en algunos alimentos particulares. Entre estos se encuentran el selenio, el zinc, los tocoferoles que forman la vitamina E, la vitamina C y el betacaroteno que luego se transformará en el organismo en vitamina A. Al alternar los distintos tipos de alimentos que los contienen, se deben consumir todos los días.

Alimentos aliados para una piel firme:
Los antioxidantes mantienen jóvenes las células: los encontramos en la col, el brócoli, los tomates, las manzanas, las peras, las fresas, los melones, los albaricoques, las uvas…

Los bioflavonoides ralentizan el envejecimiento de los tejidos: se encuentran en la soja, las habas, las coles de Bruselas y las aceitunas.

El agua y los tés de hierbas mantienen la piel con un aspecto más joven durante más tiempo con una buena hidratación.

Las fibras favorecen el funcionamiento del intestino, evitando la acumulación de toxinas: se encuentran en pan integral, legumbres, cereales, verduras, etc…

Las frutas y verduras frescas y crudas son ricas en vitaminas, combaten los radicales libres que son los principales responsables del envejecimiento celular (y por tanto de la pérdida de tono de la piel).

La vitamina A es antioxidante y ayuda a proteger la epidermis del sol y a mantener la piel sana y firme. Se encuentra en albaricoques, melones, melocotones, zanahorias, calabazas, aceite de hígado de pescado, plátanos, productos lácteos y huevos.

Las vitaminas B, además de ser beneficiosas para el sistema nervioso, tienen un efecto antioxidante: se encuentran en la levadura, los cereales integrales, el pescado, los huevos, la leche y las verduras.

La vitamina C es un gran antioxidante que fortalece los capilares y también tiene una acción eficaz contra el estrés: se encuentra sobre todo en todos los cítricos (limones, naranjas, mandarinas, pomelos), en kiwis, tomates, verduras de hoja verde, en col y fresas

La vitamina E tiene una notable acción antioxidante e interviene contra la degeneración celular: se encuentra en los brotes de soja, el germen de trigo, el aceite de oliva, el brócoli, los huevos y los cereales integrales.

El selenio mantiene la elasticidad del tejido conjuntivo y es un poderoso antioxidante: está presente en el germen de trigo, salvado, levadura de cerveza, atún, cebolla y brócoli.

El cromo es un antioxidante y un antihipertensivo. El consumo de grandes cantidades de azúcar agota las reservas de cromo: se encuentra en los mariscos, la levadura de cerveza y el hígado de res.

El zinc es esencial para el buen funcionamiento de las células y el sistema circulatorio: se encuentra en nueces, avellanas y almendras, semillas de girasol, germen de trigo, levadura de cerveza y huevos.

 

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